Uno de los aspectos positivos que sacamos de esta crisis global es que ha llevado tanto a individuos como a compañías y gobiernos a que la seguridad de las personas sea un objetivo primordial, especialmente la de los trabajadores en primera línea de lucha frente al virus y en industrias esenciales.
Hay que destacar que los que nos dedicamos al mundo del EPI somos los que proveemos de la última línea de defensa en el escalafón en cuanto al control de riesgos, protegiendo a las personas de sustancias peligrosas en su puesto de trabajo, además de cortes, quemaduras, laceraciones u otro tipo de lesiones.
El sector de los EPIS estaba dirigido al trabajador principalmente, hoy lo necesita el ciudadano de a pie, ¿Esta necesidad ha venido para quedarse?
Con la conciencia sobre los EPIs en aumento, vemos grandes industrias buscando guantes desechables desesperadamente, incluso compañías que nunca antes los habían utilizado.
Estamos, por lo tanto, ante una limitación de stocks sin precedentes debida entre otras cosas a la altísima demanda. Imagino que esto será parte de la “nueva realidad” durante un tiempo, pero debemos tener en cuenta las necesidades de los sectores esenciales.
Hemos de asegurar que aquellos que más lo necesitan están protegidos durante estos tiempos tan difíciles. Me refiero a sectores como el de la Salud, la Alimentación o la Industria Química, donde los guantes desechables siguen siendo imprescindibles.
Para el ciudadano de a pie, las medidas de distanciamiento social y una buena higiene de manos son consideradas la mejor defensa contra la propagación del COVID-19.
El EPI debería ser considerado como un añadido a esas medidas, no como algo que las sustituya.
Es muy importante ser conscientes de que el uso incorrecto de los EPIs puede ponernos en una situación de riesgo mayor que si no lo utilizásemos. El virus sobrevive más tiempo en superficies plásticas o sintéticas, por lo que si no utilizamos y desechamos de manera correcta EPIs como guantes o mascarillas, éstos pueden ser un transmisor ideal del virus. Nos tocamos la cara con las manos, más de 2.000 veces al día, ¡Es un dato a tener muy en cuenta!
¿Qué consejo de protección/higiene crees que es clave?
Las directrices de la Organización Mundial de la Salud sobre el COVID-19 indican cómo crear un entorno de trabajo sano en el mundo post-COVID.
Como decía antes, la higiene de manos regular, las prácticas de distanciamiento social y utilizar EPIs solo cuando sea realmente necesario y de manera adecuada, son claves para adaptarnos a esa “nueva normalidad”.
Otras medidas como la toma de temperatura corporal, un seguimiento del estado de salud del trabajador y mejorar los protocolos de limpieza, reducirán los riesgos de contagio en el entorno laboral.
3 aspectos en los que creas que habéis evolucionado desde que llegó el Covid-19.
Después de las caóticas primeras semanas de marzo, empecé a poder manejar de mejor manera los imprevistos, y adaptarme a una situación tan cambiante como la que vivimos. Un aprendizaje importante ha sido el de empatizar aún más si cabe con la gente.
Todos somos personas, y a veces es muy difícil tomar según qué decisiones, sabiendo que éstas no van a ser bien recibidas, o que pueden perjudicar a terceros. Hay que ponerse en la piel de los demás más a menudo ya que nunca sabes cuándo vas a poder necesitar ayuda de tu vecino, de un familiar o del repartidor del supermercado.
En cuanto a la protección, me he dado cuenta de que ahora todos somos un poco más conscientes de la importancia de las Certificaciones y Normas de los EPIs. La situación con las mascarillas, por ejemplo, habla por sí misma: FFP2, FFP3, KN95, quirúrgica, higiénicas… no todas tienen las mismas características y/o certificaciones, y la protección y uso de cada una de ellas es diferente.
Para guantes y buzos la situación es la misma. La Norma “EN374:5 VIRUS” está en vigor desde 2016 y no se ha tenido muy en cuenta hasta que el COVID-19 llegó a nuestras vidas.